El Yo Superior
La humanidad en general considera a cada Ser Humano como un solo individuo que representa una sola energía. La mayoría de los humanos que creen en Dios lo sienten como una unidad separada: forma parte de un “montaje” humano y de nuestra dualidad. Hay muchos que creen que puedes conectar con Dios, a través de una serie de revelaciones y decisiones, y que solo entonces puedes unirte a esta energía mayor a la que llamamos Dios. Esto es fruto de nuestra predisposición a la singularidad, propia de la tercera dimensión: nos consideramos como individuos y, por lo tanto, buscamos también la fuente de poder espiritual que sea individual; cuando encontramos un sistema espiritual que encaja con nuestra cultura y nuestros ideales personales damos por terminada la búsqueda.
Los numerosos maestros que recorrieron este planeta tenían una profunda conexión con Dios. Muchas veces, eran considerados dioses y adorados como tales aún después de haber muerto. Esto es comprensible, porque los humanos ya se consideran a sí mismos como entidades individuales. La mayoría de los maestros comprendían que no eran individuales; nos estaban enseñando lo que es posible y que todos tenemos el potencial de ser maestros. Los grandes maestros nos enseñaron que existen muchas maneras de formar unidad con Dios, y es por ello que todos los sistemas espirituales son considerados por el Espíritu como apropiados para aquellos que los utilizan.
Lo que los maestros nos estaban demostrando, de hecho, es que el Yo Superior no es algo que esté separado o aparte del Ser Humano: tu Yo Superior es tu propia tubería para conectar con la divinidad que hay en ti. Eso es de lo que nos cuesta darnos cuenta; preferimos ver a Dios como algo que es muchísimo más magnífico, inteligente y digno de amor que como algo que forma parte de nosotros. El Yo Superior, por lo tanto, forma parte de un sistema de amor que no es individual y que está siempre disponible en tu ADN; es el portal que te abre para conectar con Dios.
Cuando comienzas a entrar en contacto con tu Yo Superior las cosas empiezan a cambiar en tu vida; comienzas a darte cuenta de la divinidad que hay dentro de ti y de los demás. Muchas veces se confunde el Yo Superior con el alma; la diferencia entre ambos es la siguiente: una describe el todo y el otro, una parte.
Tu ALMA incluye todos tus “yos” que tienes; es tu “totalidad divina” e incluye a la presencia “YO SOY” que tienes en el universo. Tu alma es cien por cien divina y es el “auténtico” tú. Reside en varios lugares al mismo tiempo: hay un trozo de ella en cada una de las células de tu cuerpo; hay otro trozo que se halla impreso, como si fuese un “sello” energético, en la red magnética del propio planeta para indicar que estás aquí. Tu alma sabe todo y es muchísimo mayor de lo que jamás podamos llegar a imaginar. Es la familia; ¡es AMOR!
Tu YO SUPERIOR es la parte de ti que está directamente implicada en la comunicación con Dios. Es una parte de tinque se halla “”conectada” todo el tiempo con la familia. Tu Yo Superior crea soluciones para la encarnación en el planeta y responde a tu iluminación, a tus cambios de camino y a todas las sesiones de replanificación. Tu Yo Superior es, por tanto, el portal, y es profundamente espiritual; es realmente un “portal” a la parte sagrada más grande de vosotros, la que se separó cuando llegasteis al planeta. Facilita la mismísima comunicación con Dios a través de la oración y la meditación y es la capa del “YO SOY”. Se lo considera como la “tubería” que os conecta con el otro lado del velo, y a menudo se lo denomina “Espíritu Santo”.
El Akasha humano – Kryon, a través de Monika Muranyi
SER COMO DIOS
Ser como Dios es un afán, un anhelo, que debes poseer. Es saber que los desafíos en este mundo son temporales, y que lo mejor está por venir. Imagina que estás viviendo en una pequeña habitación con muy poca luz del sol y nadie con quien hablar. ¿Qué harías? ¿Cuál sería tu primer paso para salir de esta situación?
Muy fácil. Tu primer paso sería desarrollar el anhelo por algo más, algo mucho mejor que la habitación angosta, fría y húmeda en la que te encuentras. De la misma forma, debes tener el deseo por algo mucho más grande que tu existencia actual y miserable. Tu vida es como la pequeña habitación que he descrito; de hecho, es la diminuta habitación en la que he intentado mantenerte durante mucho, mucho tiempo. Para hacerlo he mantenido oculto el patio infinitamente espacioso y lleno de luz que fue diseñado para ti. Debes anhelar este lugar, de la misma forma que Dios* anhela que llenes tu Vasija de Luz.
Debes nutrir y desarrollar este anhelo en todo lo que eres. Este es tu primer paso para ser como Dios. El próximo paso es entender que todo le pertenece a Dios. Nada te pertenece a ti, ni tus dones, ni tus talentos, ni tus posesiones materiales, ni siquiera tus hijos.
Aunque el Creador te adora, no tiene ningún apego emocional a tus pensamientos o comportamientos. ¿Puedes imaginarte lo que significa amar sin fin y sin condiciones, y al mismo tiempo no sentir ningún apego a los componentes físicos que componen el mundo material? Eso es lo que significa ser como Dios.
Ser como Dios también exige que veas la Luz que hay detrás de todo. ¿Ves un sistema detrás de los árboles, los animales y toda la naturaleza? Ves a Dios en todo lo que te rodea? Si estoy haciendo bien mi trabajo, la mayor parte del tiempo probablemente no lo veas. Pero si puedes despertar y empezar a ver a Dios en absolutamente todo, incluso en las situaciones que parecen “malas” o desafortunadas, entonces no tendré ningún poder sobre ti.
¿Cómo eres cuando se trata de ver oportunidades? La vida que llevas ahora mismo es una oportunidad absolutamente única, que no volverá a aparecer de la misma forma nunca más. Tu existencia, tal como es ahora mismo, es tu mejor oportunidad para completar el trabajo que viniste a hacer aquí; nunca sabes cómo será tu “próxima vez”. Cada día, cada hora, cada momento es una oportunidad.
Y Dios nunca pierde un segundo. Él ve cada situación como una nueva oportunidad para la expansión espiritual, una oportunidad para compartir más Luz con el Universo. Esta es la conciencia que tú también debes poner en el Juego si quieres estar en perfecta sintonía con el Creador.
Lo único que es verdaderamente tuyo es el uso que haces de tu tiempo. El tiempo es la moneda de cambio de la vida. Cada momento cuenta, lo cual significa que la forma en que eliges pasar tu tiempo lo determina todo. Dios pasa todo su tiempo compartiendo. Si tú no estás haciendo lo mismo, entonces no puedes ser como Dios. No puedo decirlo más claro. Si pasas momentos compartiendo, entonces te estás comportando igual que el Creador; cualquier otra cosa se queda corta para alcanzar tu objetivo.
Yo hago que te hundas en sentimientos de culpa, desesperanza, desamparo y derrota la mayor parte del tiempo; estas son emociones que la Luz del Creador ni siquiera reconoce. Todavía estás dejando que entre, que te convenza de que lo que has hecho está inscrito en piedra, incambiable, y que debes arrepentirte de tus errores hasta el fin de los tiempos.
Pero ese es el tipo de pensamiento que te lleva a no admitir tus errores y, por lo tanto, a no conseguir llevara a cabo las correcciones necesarias. En el momento en el que admites tus errores, permites que la Luz entre en la situación. Y con la Luz, todo, absolutamente todo, se puede arreglar. No importa cuán bajo te haya hecho llegar, tú tienes el poder de darle vuelta a la situación. Completamente.
El saber que siempre hay salida en cualquier momento de oscuridad es sintonizarse con la naturaleza de Dios. Para ser como Dios, debes ver la temporalidad en todas las situaciones, y la inherente capacidad de corrección que habita cada momento.
SATÁN, Una autobiografía de nuestro gran oponente, el Ego – Yehuda Berg
*alguien dentro de ti, además de fuera de ti