La población musulmana no ha hecho todavía una revolución contra su religión, mientras que la población cristiana sí la hizo. Es una de las revoluciones pendientes de la humanidad.
Habrán de nacer muchos humanos en entornos con esta religión y habrán de sufrir mucho por la tiranía impuesta por sus sacerdotes, los cuales a su vez son títeres de la gente oculta de la élite.
Los musulmanes y sus jefes prevén la conquista de Europa sin derramamiento de sangre en pocos años por ser amplia mayoría debido a su crecimiento demográfico.
¡Claro que nacerán en tierra de musulmanes la mayoría de quienes vengan a la Tierra en suelo Europeo durante los años próximos! Pero la religión no es lo importante.
Lo que importa siempre es reconocer la tiranía, cómo actúa, y después poner los medios para deshacerse de ella.
Sólo el gran deseo de conocimiento basado en la espiritualidad romperá las barreras, tanto de religiones como de naciones, pero para ello hay que trabajar, empezar a darse cuenta de qué tipo de conocimiento es impuesto por la élite oculta, es decir, el inútil para nuestro crecimiento y para llegar al Amor Incondicional y percatarse del que sí es útil.
El conocimiento que nos trajeron las religiones es de los inútiles para que lleguemos a darnos cuenta de que nosotros mismos somos Dioses y de toda nuestra potencialidad.
Las religiones siempre nos manejaron, nos limitaron y nos impulsaron a guerras y la religión musulmana nació ya como una imposición a todos aquellos que vivían alrededor de quienes la crearon (en muchos casos a través de la espada); un dios que se imponga a través de la guerra es falso con la seguridad más absoluta; sólo habrá paz cuando este tipo de religión perezca, pero sólo lo hará cuando el crecimiento espiritual abarque ideas más amplias y sublimes por haber escapado de las ideas limitadoras tras mucho sufrimiento; y, una vez más, lo habrán de hacer quienes viven en ese entorno y a través de una revolución pacífica: la revolución espiritual.