Máquinas contra el bienestar
Algunas gentes llegaron a la conclusión de que una de las principales causas de nuestras desdichas está en las máquinas y no se desvían de este pensamiento por más razonamientos que se les den.
Sin una sola máquina se supone que vivían los antropoides que fueron nuestros ancestros, Australopitecos, Pitecántropos, Homo Erectus, etc. Si contemplamos el razonamiento de estas gentes, ello supondría el que estos seres primitivos fueran felices, con alto estado de bienestar, al no disponer de máquinas, así como cualquiera de los animales de la época, pues tampoco usaban máquinas.
También supondría que estos seres eran felices*, es decir, que vivían sin miedos, a pesar de los peligros que suponían los grandes felinos depredadores de la época, de que su longevidad fuera muy corta, de que tuvieran que matar a otros seres para sobrevivir o de que tuvieran que defender su territorio.
Pero aquellos primitivos seres felices fueron visitados por seres infelices que provenían del espacio, seres que tenían la desgracia de estar tecnificados; ellos, los primitivos, los tomaron por dioses, a pesar de que fueron utilizados para los propósitos de los visitantes.
Estos inmisericordes seres venidos del espacio tuvieron la desfachatez de intervenir en ellos para despojarlos de su animalesca condición comenzando así sus desdichas, pues se daba pie a que en un futuro se tecnificaran. Tal vez incluso alguno de estos primitivos seres cometió el error de soñar con hacer lo que eran capaces de hacer los dioses con sus artefactos, es decir, soñó con tecnificarse –tremendo error.
--- La verdad es que nunca mi razón cayó tan bajo como para despreciar la tecnificación, aunque como en ocasiones he mencionado, la tecnología sin haber elevado el nivel de espiritualidad de quienes la poseen y de la sociedad en general, siempre conduce a la hecatombe y la destrucción de esa sociedad tecnificada.
La tecnificación supone nuestra liberación, pero las máquinas para la gran producción han de ser propiedad de la sociedad o del estado, pues en otro caso ello supondría el enriquecimiento hasta límites insospechados de particulares o de grupos con bajo nivel de espiritualidad, lo cual también traería la hecatombe. Por añadidura, estos particulares tratarían de deshacerse de gran cantidad de miembros de la sociedad por poder prescindir de ellos, algo que no ocurriría si hubiesen cultivado su espiritualidad.
El mal no está en las máquinas, pues éstas pueden usarse para traernos los mayores males así como para traernos bienes; las razones para el mal están en las mentes de quienes se hicieron de ellas para su provecho personal al margen de sus hermanos, los demás hombres.
Todo avance tecnológico puede usarse para el mal o para el bien dependiendo de la condición espiritual de aquel que toma posesión de este avance.
El Libertario
*por la gran razón de no disponer de máquinas